Evangelio del Domingo 1 de Octubre de 2023

Lectura del Santo Evangelio según según San Mateo 21,28-32.
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "28. «¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: "Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña". 29. Él respondió: "No quiero". Pero después se arrepintió y fue. 30. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: "Voy, Señor", pero no fue. 31. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?». «El primero», le respondieron. Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. 32. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él."

Palabra del Señor

Lectio Divina
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su Padre? (Mt 21,31)
Meditación:(Qué me dice el texto)
La pequeña parábola del padre y los dos hijos es claramente convincente. En su brevedad, la parábola no nos da detalles, no nos dice qué tiempo medió entre las palabras y las acciones de los hijos, ni sabemos qué pensó cada uno de ellos mientras tanto. Lo único que sabemos es la acción que hicieron o no hicieron. ¿A que situaciones quiere aplicar Jesús este breve e irrefutable relato? A las personas de su entorno que cumplieron o no cumplieron la voluntad del Padre. Sus interlocutores son los sumos sacerdotes y ancianos, hombres de quienes se supone que conocen a Dios y sus designios. Pero, en su cerrazón, ellos no reconocieron en Jesús a un Profeta y no se convirtieron ante su predicación. Publicanos y prostitutas eran considerados entre los peores pecadores, calificados como quienes no hacían los que Dios quiere. Ellos sí fueron capaces de convertirse y creer. Publicanos y prostitutas llegan al reino de Dios mucho antes que las personas religiosas que sostienen su vida en la hipocresía y en su corazón se niegan a aceptar la voluntad de Dios sobre sus vidas. Meditemos sobre la coherencia entre lo que decimos y los que hacemos.
Oración:¿Que le digo a Dios?
Dios Padre Bueno, no quiero vivir en la hipocresía. Transforma mi corazón para que sea dócil a tu voluntad.Amén
Fuente del libro "Evangelio y Vida " , Ed. Claretiana.